La Masonería en Cuba
La masonería en Cuba tiene más de un siglo de historia y ha jugado un importante papel en la evolución del país. La primera logia de la isla fue inglesa. Se instauró durante la ocupación militar de La Habana por los ingleses en 1763 y así se constituyó el primer cuerpo masónico que realizó funciones en Cuba, aunque adscrito al Regimiento 48 del ejército inglés. No obstante, la primera logia expresamente establecida fue Le Temple de Vertus Theologales, a la que se le concedió carta patente el 17 de diciembre de 1804.
El primer cuerpo masónico soberano que existió en Cuba fue la Gran Logia Española de Francmasones del Rito de York. Se formó de la reunión de las tres logias masónicas de origen extranjero radicadas en Cuba: Templo de las Virtudes Teológicas, Constancia y Delicias de la Habana.
Por un Real Decreto de España, fechado en el año 1824, las logias masónicas se declararon ilegales y sus integrantes comenzaron a reunirse en secreto porque sus miembros corrían peligro de ser apresados y encarcelados. Andrés Cassard, cubano de origen francés, es considerado el padre de la masonería cubana y tuvo bajo su tutela las logias Fraternidad Nº1, Prudencia N.º 2 y San Andrés Nº.3. Estas tres se unieron en 1859 fundando la Gran Logia masónica de Colón.
En 1911 una logia masónica cubana participó por primera vez en un acto oficial que no tenía que ver con la masonería. Se trató de la ceremonia de colocación de la primera piedra del Colegio Candler, en Marianao. José Martí se integró a la masonería en España y pertenecía a la Logia Armonía. Sus atributos de masón fueron donados a Cuba por Fermín Valdés Domínguez y se conservan en un museo.
La bandera cubana tiene marcado simbolismo masón. Para los masones el triángulo rojo simboliza la grandeza del poder que asiste al Gran Arquitecto del Universo y sus lados iguales indican a la divisa masónica de libertad, igualdad, fraternidad y a la división tripartita del poder democrático. Su estrella de cinco puntas es sinónimo de la perfección del maestro masón: la belleza, la virtud, la fuerza, la sabiduría y la solidaridad. Además la bandera en su conformación integra los tres números simbólicos de la masonería.
El número tres, presente con las tres franjas azules, que representa la armonía perfecta; el número cinco, resultante de sumar todas sus franjas, significa el espíritu vivificador, que perpetua la naturaleza; y por último el siete, que se obtiene de sumar a las franjas el triángulo y la estrella, es un digito considerado divino de los antiguos judíos y los griegos.