Primera investigación paranormal en Elda, Alicante de A.J.Esteve. Mi primer encuentro con lo absurdo.
Cuando digo que tuve mi primer encuentro con lo absurdo, me refiero a algo a lo que yo no le pude dar explicación y era imposible de comprender. Corría el año 1998, aquella noche de otoño salía de la asociación parapsicológica Eldense, dirigida por Pedro Juan, un conocido investigador y parapsicólogo.
En esa misma calle en donde estaba situada la sede de la asociación me encontré con una conocida del instituto. Me saludó y le devolví el saludo, y cuando cada uno siguió su camino ella se paró y me llamó.
Me preguntó que si yo seguía metido en temas esotéricos y de fantasmas, así mismo se expresó. Le dije que sí, y que precisamente acababa de salir de la asociación de parapsicología de terminar de realizar una regresión con un voluntario.
Me dijo que no sabía si yo la podría ayudar, ya que en casa de su abuela estaban ocurriendo cosas muy raras. Le daba miedo entrar cada noche que iba a ayudarla a acostarse y a asearse, etc…
Le pregunté qué cosas raras eran esas que me decía, y me dijo que ella creía que, lo mejor sería que lo viera con mis propios ojos. Acepté y me dijo: «Vale pues vente». No me imaginaba que fuese en ese preciso momento, pero bueno, la acompañé.
Fuimos hasta el casco antiguo de Elda, que no quedaba lejos de allí, la casa de su abuela estaba en un callejón muy estrecho, se notaban que las casas eran muy antiguas, incluso más que las que habían en esa zona.
Al entrar a la casa noté algo raro, pues fue abrir la puerta y notar que me faltaba el aire, me asusté un poco, pero pensé que sería por la sugestión del momento y le dije si podía dejar la puerta un poco abierta que estaba agobiado (intenté mantener un poco el tipo).
Un frío sin sentido
En la casa hacía mucho frío, como si tuvieran un aire acondicionado puesto a baja temperatura, y me dijo mi amiga que siempre hacía ese frío allí. Entramos a la habitación donde estaba su abuela sentada viendo la televisión. La pobre mujer tenía alzheimer y a penas reconocía a su nieta, le costaba recordar su nombre. Estuvimos un rato en el sofá con ella y la mujer nos contaba cosas que hacía en sus tiempos, y yo le hacía tonterías para que se riera un poco, y así pasamos un rato agradable con la abuela. Ya se hizo la hora de acostar a la abuela de mi amiga y me dijo que me quedara en la sala de estar, y si notaba algo raro que se lo dijera.
Una sombra materializada
En ese momento no noté nada, solo un frío muy raro en las piernas. Al rato de asear a su abuela y acostarla, vino a estar conmigo en el sofá, se sentó sin mediar palabra y me señaló con el dedo hacia el pasillo. Preocupado me incliné un poco para mirar y vi un a figura oscura, con brazos y piernas bien definidas que sobrepasaba el marco de la puerta de la entrada de la casa.
Mi reacción fue sacar una medalla de Jesucristo que tenía y sigo teniendo, empecé a balbucear un rezo inconcluso, no me salían las palabras, ya que nunca vi algo así, al menos tan material. Mi amiga se levantó muy nerviosa y casi llorando, temblorosa, y yo tampoco estaba mejor que ella. El corazón me iba a mil y decidí ponerme en pie e ir hacia el pasillo sin saber muy bien el por qué.
Al avanzar esa figura se desvaneció, de golpe y porrazo como se suele decir. Mi amiga creía que estaba en otra habitación y fuimos abriendo puertas y no había nada. Al rato y después de calmarnos un poco, me contó que algunas noches oía como llamaban a la puerta de la habitación de su abuela, otras oía pasos lentos y pesados por el pasillo, así como un movimiento constante de una puerta de un armario.
Protegerse de lo absurdo, ¿Cómo?
Me preguntó si podía hacer algo, y yo le dije que por aquel entonces solo conocía algunos métodos relacionados con rezos, inciensos y velas. Y fue lo que le dejé por escrito:
Id, id, id, que aquí no podéis estar,
id, id, id, que en esta casa no podéis estar,
id, id, id, en el nombre del padre ya podéis marchar.
Esto lo debía de repetir tres veces, le dejé por escrito otros rezos católicos. Le dije que pusiera incienso de vez en cuando en la entrada y en algunas estancias, y en la habitación de su abuela antes de que se acostase, para que el humo no le perjudicara.
Le dije que me marchaba, que si le volvía a pasar que me buscase que ya sabía dónde vivía, y así quedamos. Yo me fui, dejé atrás ese callejón oscuro y estrecho. Al pasar dos calles miré hacia atrás y vi de nuevo a esa entidad oscura en la esquina, como agazapada. Quise pensar que fue mi propio miedo el que me hizo ver de nuevo esa figura, lo que podría ser mi primer encuentro con lo absurdo, o al menos con algo que nunca había visto, pero hoy día sé que no fue así, ocurrió y lo acepto, entonces no quise aceptarlo.
No supe nada más de aquella chica, o si volvieron a ocurrirle cosas extrañas en casa de su abuela. Lo que tampoco supe es cómo esa entidad o lo que fuese, se pudo materializar y desaparecer, o qué carajos era eso. Un espíritu, un ser de otra dimensión, una alucinación…
Tengo que reconocer que en aquel tiempo no tenía la experiencia que tengo hoy día, pero fue mi primer encuentro con lo absurdo en otra vivienda que no fuese mi casa, porque alli, en mi casa, viví situaciones y experiencias que más adelante iré relatando.