Aurelio Blasco Grajales fue una importante figura de finales del S. XIX y principios del XX. Un hombre admirado, a la par que criticado en los círculos sociales de su época

Se formó como abogado en las universidades de Valencia, Madrid y La Sorbona, en París.

Además, ejerció como jurista, diputado de Valencia, político afiliado al Partido Republicano Demócrata Federal Valenciano, periodista y masón. Llegó a ser elegido secretario de la Academia de Legislación y Jurisprudencia, y fue miembro del Ateneo Científico, Literario y Artístico.

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Se inició como masón en el año 1885, con el nombre simbólico de Danton, que después también asumiría el escritor Vicente Blasco Ibáñez, en la logia llamada Justicia, y en 1887 fue fundador de una nueva logia en Valencia llamada Puritana, de la cual fue primer vigilante. Mantuvo amistad con Blasco Ibáñez y colaboró con este en varias revistas de la época, unas fundadas por él mismo y otras por el famoso escritor de Cañas y barro.

Como miembro de la masonería participó en diversos congresos, como el celebrado en Roma en 1889 en homenaje a Giordano Bruno, ante cuya estatua el jurista valenciano defendió sus ideas, lo que le valió una dura crítica por parte de Antolín Monescillo, cardenal-arzobispo de Valencia (1877-1892) y senador por designación real, contra el cual Blasco Grajales interpuso una querella por injurias que tuvo gran resonancia.

Hay que destacar que fue el abogado que, por primera vez en la historia del catolicismo, acusó públicamente e intentó llevar a un Cardenal (príncipe de la Iglesia) ante la justicia ordinaria. Por tal motivo, recibió adhesiones de muchas logias masónicas y críticas de miembros o grupos pertenecientes a la Iglesia Católica. 

En 1937 fue nombrado miembro del Supremo Consejo Grado 33 masónico en España; Orador o Custodio de la Ley Masónica en varias logias nacionales y reconocido en otras fuera de nuestro territorio.

Ese mismo año fue decano de los republicanos supervivientes de la República de 1873.

Aurelio fue duramente criticado por su vida personal y familiar, sin embargo, su entrega y dedicación a la República Española, y especialmente a la masonería, no dejaron duda de su compromiso ideológico con ellos. Aunque en el seno de la masonería el abandono a su esposa sin divorcio formal, le sirvió para ser rechazado por parte de sus propios hermanos. 

Aurelio Blasco Grajales abjuró en el lecho de muerte de sus actividades como miembro de la masonería. Y uno de sus descendientes directos pone en duda el fondo de este arrepentimiento “in extremis”, en la novela El Venerable Masón, que se ha publicado recientemente en la editorial Ediciones Matrioska.

Aquí pone de manifiesto sus aspectos positivos como persona y masón, para evitar que juicios y valoraciones superficiales lo legitimen en la historia del lado de la injusticia, pues, al decir de su descendiente, Blasco Grajales fue fiel a sus creencias hasta el final y actuó en vida de acuerdo con criterios de honorabilidad, honestidad y sinceridad consigo mismo.