En esta plancha de investigación que homenajea a las madres, con bello y emotivo trazado, se relata cómo un masón salvó de la destrucción en la Guerra Civil los restos óseos de la beata Petra, fundadora de la orden de las Madres de los Desamparados y San José de la Montaña

Por Guillermo Miró
V.·.M.·. R.·.L.·. Lluis Vives n°37 de la GLSE

[av_dropcap1]A[/av_dropcap1]unque no es común, uno se topa con acontecimientos históricos de la masonería que pueden parecer fortuitos, pero no creo que sean casuales.

Esta historia triangula a una monja, un jesuita y un masón

Como se suele decir: “qué podría salir mal”.

No hace muchos días, en la ceremonia religiosa por la defunción de mi madre, en un templo de no demasiada importancia de una localidad de Valencia, nos invitó el párroco a realizar una misa por la pérdida de los últimos familiares del pueblo que han partido y nos han dejado. Obviamente aceptamos la invitación.

Mientras se preparaban para empezar la ceremonia, accedimos al templo ojeando donde sentarnos y decidimos sentarnos en las primeras filas.

Estatua de la beata Petra en la iglesia de Albal.

Al momento previo de empezar la misa, una monjita se sentó a mi lado y me ofreció leer algo. Eran las «peticiones», a lo que le dije que no conozco el funcionamiento de las misas y no sé si lo voy a hacer bien.

Ella me miró con condescendencia y me dijo que lo haría ella para asegurarse de que salga todo bien. Mientras se preparaba todo, yo observaba el templo: las pinturas y estatuas con revestimientos dorados de santos y vetustos Papas y obispos y de alguna religiosa…

IMAGEN DE LA BEATA PETRA

Justo me llamó la atención una pequeña figura de un metro de altura aproximadamente de una monjita, con el típico hábito sencillo y con un libro entre las manos.

La imagen quedaba, según conocemos nosotros, como en la columna del norte, no muy iluminada, con la mirada hacia nosotros.

Camarilla de San José, en la avenida de San José de la Montaña, en Valencia, donde reposan los restos de la beata.

 

En esos instantes mi mente me llevó hacia una reflexión sobre la influencia de las madres en nuestras vidas, en mi vida. Lo importante que ha sido, como nos dejan su impronta para siempre, aunque cada uno de nosotros tiene su propia experiencia personal.

EL RELATO DE LA MONJA

Le pregunté a la Madre Leonor, nombre ficticio, algunos detalles del templo, pero mi intención era sobre todo aquella humilde figura que nos observaba.

La madre Leonor, a la pregunta que le hice se giró hacia mi serenamente y me contó que era la madre Petra, fundadora de su orden.

Momento de la exhumación de los restos.

El libro que portaba en la mano eran las constituciones de la orden de las Madres de los Desamparados y San José de la Montaña, que la madre Petra fundaría en 1881.

Me habló someramente de su vida, de cómo había fundado la orden, sus orígenes y sobre todo, donde más incidió fue sobre la historia de sus restos óseos.

EL PERIPLO DE SUS HUESOS

Me fué explicando el periplo de los huesos, desde los años que permanecieron en Barcelona en el Real Monasterio de San José de la Montaña, hasta que al iniciarse la Guerra Civil en las revueltas de iniciales, unos incontrolados lo saquearon y lo incendiaron.

Una vez pudieron volver las madres al monasterio, encontraron su ataúd quemado.

PROTEGIDOS POR UN MASON

Los restos no estaban y los dieron por perdidos, pero acercándose a mí y mirándome a los ojos, con la mirada de quien te dice algo indiscreto, me dijo que los protegió un masón, al que mandaron destruirlos, pero no lo hizo.

Vitrina donde reposan las reliquias de la beata.

 

Se hizo un breve silencio. Jamás se hubiera imaginado que quien tenía delante era otro masón

No se lo quise decir. Creo que a sus 85 años no sabía cómo iba a reaccionar y no era el sitio ni el momento. Al terminar la misa me acompañó hasta la imagen de la madre Petra.

CRUZ DE MADERA

Tuvimos una entrañable conversación y al despedirnos nos cogimos ambas manos, y me deposito en ellas una pequeña cruz de madera que guardo con cariño de este encuentro. Espero volver a verla alguna vez, pero eso será otra historia.

El cómo y el por qué de que un masón los protegiese, no lo sé

PELIGROSO TRASLADO

Lo que sí puedo decir es que desde alguna logia de Valencia se organizaron para recuperar los restos de una beata católica en Barcelona y trasladarlos por territorio republicano hasta Puzol, en el norte de la ciudad de Valencia.

Fueron puestos a salvo probablemente por un masón de Puzol, que corrió ese riesgo desde Barcelona hasta Valencia.

ESCONDIDOS 47 AÑOS

Ahí permanecieron a cubierto y protegidos por más de 47 años, a 70 cm de profundidad y protegidos por una chapa de latón, en un campo cercano a la montaña de la Costera.

Los huesos fueron enterrados el 23 de julio de 1936, pero su paradero no se conoció hasta muchos años más tarde

Corría el año 1952. En los últimos días de su vida, estando al cuidado de una religiosa de las Siervas de Jesus y con la mediación de un jesuita conocido de este hermano masón, éste dió la ubicación exacta de dónde se encontraban los restos.

LA MADRE SOLEDAD

Esta sierva de Jesus, la madre Soledad Díaz, asegura que los restos fueron sacados antes de incendiar el monasterio. Un tribunal eclesiástico creado por el arzobispo de Valencia realizó las investigaciones oportunas y concluyó que ese campo existía y que los restos pudiesen estar enterrados allí.

Tras la confirmación por parte del Vaticano de que los huesos eran de la madre Petra, fue enterrada definitivamente en la iglesia de la congregación en Valencia, en el camarín a los pies de San José.

Panorámica del camarín de San José, en Valencia.

Los vínculos con la masonería quizás podrían remontarse a la familia de la fundadora de la orden.

Con toda probabilidad, el origen librepensador de su padre -a pesar de no ser religioso nunca le impidió de manera autoritaria dedicarse a su vocación religiosa-, fue una faceta tolerante que ayanó el camino a la joven Ana Josefa y futura fundadora de la orden religiosa.

Y además no es la primera vez…

Por las investigaciones efectuadas y la información publicada en el diario digital (El Periodic.com el 8 de mayo del 2018), del cual aquí transcribiré algunas informaciones, se apunta a que Jose Cano Coloma, alcalde de la ciudad de Valencia en 1936 y 1937 -de hecho capital de la República-, se convertiría en el lugar idóneo para albergar algunos tesoros del museo de Prado de Madrid.

SALVAMENTO DE LOS DESAMPARADOS

Este alcalde republicano y masón participó el 21 de julio de 1936 en el salvamento de la imagen de la Virgen de los Desamparados, que lograron sacar de la basílica incendiada por un grupo de “incontrolados” y esconderla en el archivo municipal.

Es más que oportuna la coincidencia de las fechas. Entre la recuperación de la Madre Petra y la imagen de la Virgen de los Desamparados apenas hay dos días, lo que implicaría una organización coordinada para salvar estas reliquias para así evitar su destrucción.

LA LOGIA DE PUZOL

Con toda probabilidad habría en Puzol una logia que se reunía en el Sindicato Agrícola y en el bar Palacio de la población, según afirma el artículo del este periodico, pero estos y otros tantos detalles, que los que pertenecemos a la masonería podríamos concretar y ampliar, me llevaría a un desvío, con acumulación de detalles y fechas.

No es mi intención en esta plancha profundizar en estos hechos. Posiblemente las futuras indagaciones saquen a la luz más detalles o maticen otros.

Tribunal eclesiástico durante la excavación de los restos.

Lo reseñable de esta historia es que no había afán destructivo y sí una sensibilidad a la creencias religiosas, pese a la fama que hemos generado los masones

AMOR A LA HUMANIDAD

De hecho, siendo alcalde Cano Coloma, salvó a muchas personas consideradas de “derechas”, tanto monjas como al mismo marqués de Sotelo.

Esto mismo le valió que al acabar la guerra, estas mismas personas le salvaran a él, aunque no se libró de estar en prisión y de huir por su condición de masón.

Esta circunstancia le impediría organizar la recuperación de los restos de la Madre Petra, pero sí pudo hacerlo con la imagen de la Virgen de los Desamparados.

En lo significativo de la historia tenemos la mediación oportuna de unos masones organizados en una misión

Bien por convicciones personales o bien por petición de unas terceras personas, los huérfanos fueron tratados con dignidad y pasión por una orden religiosa que puso a salvo de la miseria y el hambre de la guerra a muchas “hijas de la viuda».

Esta plancha es un recuerdo y reconocimiento a las Madres y a nuestras Madres.

He dicho