Lo que empezó siendo una jornada de trabajo en el campo, acabó con un suceso inexplicable. ¿Vimos un duende aquella noche?

Hace doce años, mi amigo Eugenio y yo estábamos en el campo de su familia realizando obras en la casa y en los alrededores. Pasamos días arduos construyendo vallas para cercar el terreno y poniendo rejas en las ventanas.

La noche del duende
Vallas colocadas en el campo

Una noche, mientras nos disponíamos a dormir en una habitación de la casa, comenzamos a hablar sobre videojuegos y tecnología. De repente, escuchamos un ruido proveniente del exterior. Los gatos de Eugenio, que estaban en el campo, comenzaron a aullar y bufar de manera estruendosa. Eugenio dijo que seguramente alguien había entrado al campo y por eso los gatos estaban tan alterados.

Nos levantamos de la cama para ir a investigar, pero los gatos se pusieron aún más ariscos, como si ya hubieran visto a alguien en la casa. Encendimos una luz a pilas que teníamos y en ese justo momento vimos acercarse a la entrada de la habitación a una criatura oscura, de no más de 60 centímetros de altura, con la piel muy morena, parecía como de plástico, y unos ojos negros brillantes extremadamente penetrantes.

Duende de la película de Netflix
La supuesto duende era parcialmente parecido a este ser de la serie Nisser de Netflix.

La criatura caminaba lentamente hacia nosotros, levantando las manos como si estuviera a punto de coger algo o incluso como si caminase perdida en la oscuridad, dado que se movía de forma errática.

La tensión en la habitación era palpable. Eugenio y yo nos quedamos paralizados ante la presencia de la criatura. Yo intenté llamar a mi madre, repitiendo «mamá, mamá» como un acto reflejo, mientras que Eugenio lanzó una almohada y yo un zapato hacia la criatura. Aquel extraño ser esquivó el zapato que yo le lancé, pero no pudo esquivar la almohada, lo que la hizo retroceder un poco.

Finalmente, nos levantamos para salir de la habitación porque esa presencia nos arrinconada y fue entonces cuando la criatura, con forma de un típico duende perteneciente al folklore español, desapareció en la oscuridad del comedor.

Viendo que ya no estaba, salimos corriendo y encendimos todas las luces de la casa. Los gatos parecían haberse calmado, pero no había rastro de la criatura en la casa.

Eugenio y yo cerramos la entrada de los gatos por precaución y tratamos de dormir, aunque la tensión que sentíamos no nos dejaba descansar.


Casa de campo en obras

A pesar de que han pasado catorce años desde aquel suceso, el recuerdo de esa criatura sigue atormentándome. Eugenio, mi gran amigo, falleció hace algunos años, pero aún recuerdo la mirada de miedo que compartimos esa noche.

Posiblemente jamás sepa qué sería aquella visión que compartimos, y a su vez los gatos también la percibieron. No sé si igual que nosotros, pero de algo se asustaron sin lugar a dudas. A las pocas personas que le contamos lo sucedido nos dijeron que podría haber sido un duende, otros que sería nuestra imaginación. Lo que sí está claro es que los dos vimos algo, no sabría definir su procedencia o su verdadera naturaleza, pero fue una de las cosas más extrañas que he visto y experimentado en mi vida. Por ello cuando tiempo después hablábamos del tema, nos referíamos a ese suceso como «La noche del duende».