La masonería como escuela de tolerancia

En un día tan importante para los masones como el 27 de enero, en el que se conmemora el Día Internacional del Recuerdo del Holocausata en memoria de las víctimas del nazismo –incluidos masones-, el Q.·.H.·. Rubén Baídez Legidos, desde los Vall.·. de Albacete, en el  Or.·. de España, recuerda la argamasa masónica de la tolerancia, auténtica divisa para reunir lo disperso y baluarte de convivencia que debe reinar en todas las sociedades.

            En el Rito Escocés Antiguo y Aceptado los hermanos aúnan sus voces para gritar juntos: “Libertad, Igualdad y Fraternidad”. Este grito es particular y exclusivo en nuestro ritual. En los ritos anglosajones se dice: Amor fraternal, ayuda y verdad.

El uso de esta divisa dentro de un taller del REAA tiene mucho que ver con la forma de vivir la masonería un escocista. Para comprender bien el origen de esta máxima, tenemos que ahondar en sus raíces históricas. Este lema fue utilizado como principio ideológico de la Revolución francesa. Un momento histórico en el que el pueblo se consideró  capaz de emanciparse de poderes fácticos y asumir el destino de su nación, y en definitiva de su propio destino.

Los principios de liberté, equalité y fraternité fueron muy bien asumidos por la Orden francmasónica  y por cada masón, pues recogía en sí todo el horizonte ideal y esencial de la masonería. Cada masón aspira a que la libertad de pensamiento guíe sus acciones. El francmasón sabe que lo “que hace le hace”. Como decía Ortega y Gasset: “la vida nos viene por hacer y nos da mucho que hacer”. Cada decisión y cada acción que tomamos en nuestras vidas la va haciendo. Somos el resultado de nuestra libertad.

A su vez, la masonería enseña que no se deben hacer distinciones entre las diferentes clases sociales. En el memento de aprendiz cada uno de nosotros aprendió, que un verdadero masón no hace diferencias entre un rico o un pobre, sino que solo mira la virtud de cada persona. Tal y como expresó el hermano Kipling en su poema If: “Si puedes hablar a las masas y conservar tu virtud / O caminar junto a reyes, sin menospreciar por ello a la gente común”.

Ahora bien, ¿cómo vivimos la fraternidad como masones? ¿Se podría decir que en masonería hay una verdadera fraternidad?

            Los años en masonería me han enseñado que la fraternidad entre nosotros es algo que nos cuesta. El mundo se podría dividir entre el Universo físico y el Universo interior de cada uno de nosotros. Entre el Universo mío y el de otro hermano en ocasiones hay muchas diferencias. Estas diferencias en ocasiones hacen que se produzcan algunas fricciones en las relaciones humanas.

Cuando nos iniciamos pasamos a ser piedras del taller que formamos. En ocasiones entre una piedra y otra, no se encuentran maneras de encajarlas y se producen huecos por los que entran vientos que arrasan con el trabajo albergado en el taller.

¿Existe alguna manera de solventar estas diferencias? ¿Cuál es el cemento que aúna a piedras de diferentes tallajes?  La tolerancia, hermanos míos.

La palabra tolerar proviene del latín tolerare y significaba soportar y aguantar. También tenía otro significado que era levantar. Este último significado hacía referencia a Atlas. Aquel Dios que soportaba sobre sus hombros a la madre Gea.

A su vez el término tolerar en el ámbito médico es usado para referirse a la capacidad de recibir un estímulo sin tener una reacción alérgica.

¡Así es hermanos!. Tolerar es en ocasiones soportar y aguantar. La tolerancia no es algo sencilla. A veces sobre nuestros hombros debemos soportar el peso de otros hermanos (por muy pesados que sean). Y tolerar es tener la capacidad de recibir estímulos sin tener reacciones adversas ante ellos.

Lamentablemente la fraternidad no es algo que se consiga de manera sencilla. Ser tolerante es la única manera de tener una verdadera fraternidad. Sin la tolerancia no hay hermandad y por lo tanto no habría masonería. Un verdadero masón es tolerante ante las diferentes opiniones de los demás. Sin ello, toda la vivencia masónica se derrumba como un castillo de naipes.       

He dicho, V.·.M.·.

Rubén Baidez Legidos