En el episodio de 18 de junio de su programa ‘Cuarto Milenio’, Íker Jiménez se metió en un jardín al dar pábulo a las más ridículas tesis sobre la masonería del dictador Francisco Franco
El presentador ni más ni menos que dio alas al libro que el tirano escribió bajo el pseudónimo J. Boor, una irónica alusión a las columnas de Jakim y Boaz que presiden la entrada del templo de Salomón y que toda logia exhibe, como también las muestran infinidad de iglesias católicas.
Jiménez sorprendió a su audiencia al hacer una reflexión sobre el precitado libro, titulado ‘Masonería’, con la que otorgó credibilidad a las obsesiones del artífice del Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo (TERMC), que tantos inocentes llevó a la cárcel, a la muerte y al destierro.
El periodista se permitió leer una página del polémico libro en el cierre de su programa, generando controversia y risas entre aquellos familiarizados con la historia de la masonería y los desvaríos de Franco.
A no ser que estemos ante un iletrado, cuesta creer que un profesional como Jiménez no cuente con más fuentes y con más bibliografía sobre la masonería que los libelos escritos por un dictador, salvo que su única intención sea crear polémica y aumentar la audiencia a costa de atizar a uno de los colectivos sociales de España históricamente más estigmatizados.
MASOFOBIA
El odio a los masones tiene nombre: masofobia. Con sus palabras contribuyó a alimentar esta lacra que aún pervive entre cierto imaginario popular de raíz carpetovetónica.
RIGOR Y PROFESIONALIDAD
No es que a los masones no se les pueda criticar, al igual que se puede dar cera a los aficionados a la filatelia, a los coleccionistas de guisantes o a los amigos del yoga, pero sí que resulta exigible que las críticas cuenten con un mínimo de profesionalidad, así como rigor histórico y académico, cosa de la que adoleció profundamente.
En su lectura, Jiménez citó textualmente el siguiente párrafo:
«Ha sido práctica de la masonería a través de los tiempos el negar sus actividades políticas y su importancia fuera de las logias y, amparándose en el prestigio alcanzado por algunos masones, el presentarla como algo inocuo y sin trascendencia, pero los que en España han vivido la masonería y están en el secreto de cómo, a través de las logias, se fraguó su decadencia y se traicionó a la nación, se rebelan contra esta propaganda que pretende enmascarar lo que la masonería representa frente a la libertad e independencia de la nación».
Estas palabras, presentadas como una muestra de la supuesta implicación de la masonería en tramas políticas, provocaron la hilaridad en muchos espectadores.
TRADICIÓN CONSPIRANOICA
La masonería es una fraternidad histórica que ha sido objeto de multitud de teorías de conspiración y supersticiones infundadas a lo largo de los siglos.
Especialmente virulentos han sido los ataques a la orden de parte de la Iglesia Católico, así como dictadores tanto de izquierdas, como de derechas.
En el caso de España, han sido las ideologías de derechas las encargadas de atribuir a los masones todo tipo de desmanes… Desde la destrucción del Imperio Español, al advenimiento de dos repúblicas o la invasión napoleónica.
El intento de Franco de alimentar la superchería y la superstición sobre la masonería a través de su libro bajo el seudónimo de J. Boor lo dejó expuesto como un impostor y un mentiroso.
La comparación entre Franco y el famoso estafador Leo Taxil no pasa desapercibida
Al igual que Íker Jiménez, Leo Taxil fue un periodista y escritor francés del siglo XIX, que se encargaba de alimentar la polémica con el único objetivo de vender libros, sin importarle demasiado la veracidad de sus contenidos.
El galo afirmó haber sido un masón convertido al catolicismo tras una especie de rebelación divina.
Escribió numerosos libros e impartió multitud de conferencias en los que difamaba y ridiculizaba a la masonería con el apoyo de la alta curia eclesiástica.
Sin embargo, en 1897, Taxil confesó públicamente que todo había sido un engaño, una sátira destinada a burlarse de la credulidad del público y hacerse millonario a costa de difundir falsedades.
Jiménez, convertido en altavoz de Franco en relación a la implicación de la masonería en tramas políticas, resulta inverosímil y carece de fundamentos sólidos, pues a lo largo de la historia, las teorías de conspiración sobre la masonería han sido desacreditadas una y otra vez.
SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO
La masonería es una organización fraternal centrada en principios de fraternidad, igualdad y búsqueda del conocimiento, y no existe evidencia que respalde las acusaciones de traición a la patria o decadencia nacional.
En palabras del propio Jiménez, durante la pandemia del coronavirus recibió numerosos mensajes y publicaciones en los que se le acusaba de ser masón.
ACUSADO DE MASÓN
El presentador compartió una anécdota en la que afirmaba recibir hasta veinte correos al día interrogándolo sobre su presunta afiliación masónica.
Incluso se le llegó a acusar de compartir una logia secreta a la que asistiría el propio presidente Pedro Sánchez.
Estos comentarios solo demuestran la persistencia de las teorías de conspiración infundadas y la propensión de algunas personas a creer en ellas sin sustento racional.
Así las cosas, el comentario de Íker Jiménez sobre el libro ‘Masonería’ de Francisco Franco durante el cierre de ‘Cuarto Milenio’, fue recibido con incredulidad, risas y estupor por parte tanto de los masones, como de sus estudiosos.
Como es sabido, la tesis del dictador español carecen de rigor histórico, han sido desacreditadas repetidamente y muy probablemente nazcan del resentimiento contra su padre, que sí era masón; como también lo era su hermano, el aviador Ramón Franco.
Sin acritud, aconsejamos al periodista que se informe y se forme con bibliografía veraz y contrastada antes de lanzar a las ondas informaciones erróneas.
Si quiera criticar a los hijos de la viuda, está en su perfecto derecho de hacerlo, pero al menos que recurra a fuentes fiables, como haría cualquier buen periodista.