Los restos mortales de Benedicto XVI, el úlimo de los papas explícitamente antimasónico, ya han sido trasladados hasta las grutas vaticanas, en la que fue la tumba de Juan Pablo II y también de Juan XXIII
Joseph Ratzinger fue el autor de la última de las condenas de la Iglesia contra la masonería.
Sin embargo, el pergamino escrito en latín colocado en su ataúd destaca que «luchó con firmeza contra los abusos».
En la Declaración sobre asociaciones masónicas, de 26 de noviembre de 1983, el entonces cardenal prefecto de Doctrina de la Fe, declaraba:
Los fieles que pertenezcan a asociaciones masónicas se hallan en estado de pecado grave y no pueden acercarse a la santa comunión
Dicha declaración, avalada por Juan Pablo II, aparecía a la vez en el nuevo código de Derecho Canónico, con la aclaración de que no mencionar expresamente a la masonería —sino incluirla en categorías más amplias, como «asociaciones que maquinan contra la Iglesia»—, no significa que la doble pertenencia fuera posible para un católico.
600 DOCUMENTOS
Distintas investigaciones consideran que hay unos seiscientos documentos aprobados por diversos Papas que condenan la masonería en cualquiera de sus formas.
CONTRA LA INTOLERANCIA
La masonería se niega a asumir dogmas y promulga la tolerancia y la libertad de conciencia, valores que chocan frontalmente contra determinados estamentos de la Iglesia Católica.
Algunas de las resoluciones más conocidas de Roma contra la masonería incluyen desde la bula de excomunión de Clemente XII In eminenti apostolatus specula (1738) hasta la declaración de la Congregación para la Doctrina de la Fe del 26 de noviembre de 1983, redactada por el entonces cardenal Joseph Ratzinger y aprobada por Juan Pablo II.
Pese a que a algunos ya se han atrevido a adelantar que el punto de vista de la Iglesia Católica respecto a la masonería ha cambiado, lo cierto y verdad es que sus pronunciamientos siguen vigentes, no se han derogado y se han repetido a lo largo de los siglos.
Hasta ahora nada ha cambiado en la legislación canónica sobre el tema.
DERECHO CANÓNICO
A mayor abundamiento, el canon 2335 del Código de Derecho Canónico de 1917 declara que los que se adhieren a la masonería o a otras asociaciones del mismo tipo que, a juicio de éstos, «conspiran contra la Iglesia», incurren ipso facto en la excomunión reservada a la Sede Apostólica.
En los últimos siglos, la masonería, ya sea regular o liberal, ha sido condenada por varios Papas.
La Comisión preparatoria del Concilio Vaticano II recogió en seis puntos las propuestas y documentos de los obispos que se referían explícitamente a la masonería: De secta Francomurariorum.
Los obispos exigieron explícitamente que se confirmara la condena de la masonería.
RENDIJA AL REVISIONISMO
Durante el Concilio Vaticano II hubo quienes intentaron presentar la masonería bajo una luz diferente y presionaron para que se revisara la posición adoptada por la Iglesia en el pasado, aunque no consiguieron nada.
Por ejemplo, el tema de la masonería fue planteado por el cardenal Ernesto Ruffini durante la 89ª Congregación General y tres veces por el obispo de Cuernavaca, México, monseñor Sergio Méndez Arceo.
Durante la 35ª Congregación General, el mexicano señaló que en la masonería hay muchos cristianos no católicos, que, si conocieran mejor la Iglesia, podrían ser un fermento para eliminar de la masonería todo lo que es anticristiano y anticatólico.
Cristo enseñó que hay que guardar la cizaña para no arrancarla con el trigo
Durante la 71ª Congregación General, monseñor Méndez Arceo, refiriéndose a la masonería, dijo que debían “revocar las leyes que la Iglesia ha decretado no pocas veces contra tales asociaciones, para que no se produzca la separación del bien y del mal en la Iglesia, yendo en contra de la doctrina de Cristo, que enseñó que hay que guardar la cizaña para no arrancarla con el trigo”.
NADA CAMBIA
Pese a estas muestras de buena voluntad por parte de algunos religiosos, lo cierto y verdad es que nada ha cambiado en la Iglesia Católica.
Como es costumbre entre los masones, se seguirá admitiendo en la organización a todas las personas libres y de buenas costumbres y se seguirán defendiendo la tolerancia y la concordia entre todas las religiones y todas las naciones.
ATAÚD TRIPLE
El cuerpo del papa emérito, por su parte, descansa en un ataúd triple, el primero elaborado con madera de ciprés, el segundo de zinc y el tercero de roble, junto con algunos objetos personales, como las medallas acuñadas durante su pontificado o un pergamino con los hechos más destacados de su vida, como la lucha contra los abusos sexuales.
La cripta donde está enterrado Papa Ratzinger fue la tumba de Juan Pablo II hasta su beatificación en 2011, cuando fue trasladado a la capilla de san Sebastián en la superficie de la basílica de san Pedro. Anteriormente, también fue la tumba que usó Juan XXIII hasta su beatificación en el año 2000.
El Papa Francisco ha rezado unos segundos ante el ataúd de Benedicto XVI y después se ha acercado hasta las grutas vaticanas para darle el último adiós.