Antichrist Superstar
Pie de foto de imagen destacada: Representación femenina de Baphomet
Andrés Zúñiga Chiriboga
Constante Alona Nº. 0138 GODF. Alicante – España
—Te lo digo en serio, abuelita querida, ahora hubieras conocido al abuelo de otra manera…
—Mmm… ¿Y tú confías en ese estúpido que acabas de conocer? Así, ¿sin más
—La confianza vendrá luego. ¡Primero va el sexo, abuelita! Y si la cosa marcha bien, si te entiendes en la cama con el candidato en cuestión… Pues ya quedas con él otro día y vas conociéndolo mejor…
—¡Pero…!
—¡Ya lo sé! Ya sé que en tus tiempos conocías al chico y al final, después de hacerte la difícil… venía el sexo. No sé cómo podían aguantar, abuelita de mi corazón. Eso no es vida…
—Ya basta de mentiras, maldita muchacha. No quiero más mentiras tuyas…
—Pero abuelita…
—Solo quiero sentarme en mi maldito sofá con mi gato, ver a esos imbéciles de la televisión y… ¡Mire, Señor Gato! ¡Por allí va su cena! ¡A cazar!
—¡Abuelita, hazme caso! ¿Y nuestra misión de esta noche? ¿Qué pasará con la Antichrist Superstar?
—Pues… Que conciba otra bruja a esa condenada criatura… ¿A mí qué me cuentas?
—Abuelita…
—Muchacha impertinente, que a mi edad, después de todo lo que he vivido, solo me quedan ganas de rascarme y olerme… Y volverme a rascar. ¿Tanto te cuesta entenderlo? ¡Oh! Mira qué rápido atrapó su cena Señor Gato… ¡Solo por ver esto vale la pena no limpiar nunca!
—¡Abuelita! Quiero que no te rindas; además, el chico me dijo que estaba dispuesto a hacerlo hoy mismo… ¡Y lo conozco hace tres días! No puedo dejarlo escapar, abuelita… ¿Qué pensaría el abuelo si defraudas así a tu nietecita?
—¡No metas al tarado del abuelo en esto! ¡No vayas a invocarlo sin venir a cuento!
—Pero…
—Que no quiero nada… Y si solo has venido a eso, endemoniada muchacha… ¡Vete!
—Abuelita mía… ¿Por qué no quieres ayudarme a que conciba a la Antichrist Superstar?
Pie de foto de imagen destacada: Representación femenina de Baphomet
Andrés Zúñiga Chiriboga
Constante Alona Nº. 0138 GODF. Alicante – España
—Te lo digo en serio, abuelita querida, ahora hubieras conocido al abuelo de otra manera…
—Mmm… ¿Y tú confías en ese estúpido que acabas de conocer? Así, ¿sin más?
—La confianza vendrá luego. ¡Primero va el sexo, abuelita! Y si la cosa marcha bien, si te entiendes en la cama con el candidato en cuestión… Pues ya quedas con él otro día y vas conociéndolo mejor…
—¡Pero…!
—¡Ya lo sé! Ya sé que en tus tiempos conocías al chico y al final, después de hacerte la difícil… venía el sexo. No sé cómo podían aguantar, abuelita de mi corazón. Eso no es vida…
—Ya basta de mentiras, maldita muchacha. No quiero más mentiras tuyas…
—Pero abuelita…
—Solo quiero sentarme en mi maldito sofá con mi gato, ver a esos imbéciles de la televisión y… ¡Mire, Señor Gato! ¡Por allí va su cena! ¡A cazar!
—¡Abuelita, hazme caso! ¿Y nuestra misión de esta noche? ¿Qué pasará con la Antichrist Superstar?
—Pues… Que conciba otra bruja a esa condenada criatura… ¿A mí qué me cuentas?
—Abuelita…
—Muchacha impertinente, que a mi edad, después de todo lo que he vivido, solo me quedan ganas de rascarme y olerme… Y volverme a rascar. ¿Tanto te cuesta entenderlo? ¡Oh! Mira qué rápido atrapó su cena Señor Gato… ¡Solo por ver esto vale la pena no limpiar nunca!
—¡Abuelita! Quiero que no te rindas; además, el chico me dijo que estaba dispuesto a hacerlo hoy mismo… ¡Y lo conozco hace tres días! No puedo dejarlo escapar, abuelita… ¿Qué pensaría el abuelo si defraudas así a tu nietecita?
—¡No metas al tarado del abuelo en esto! ¡No vayas a invocarlo sin venir a cuento!
—Pero…
—Que no quiero nada… Y si solo has venido a eso, endemoniada muchacha… ¡Vete!
—Abuelita mía… ¿Por qué no quieres ayudarme a que conciba a la Antichrist Superstar?
—¿Eh?… No lo sé… Me habré vuelto loca. ¿Usted qué opina, Señor Gato?
—¡Miau!
—¡Seré mamá, abuelita!
—Neh…
—Voy a tener un bebé para jugar con él…
—Neh…
—Lo disfrazaré de animal…
—Neh…
—Le llamaré Lucifer…
—Bah…
—Le enseñaré a vivir de la prostitución…
—Neh…
—¿Qué harás mañana, por ejemplo, abuelita mía? ¿Tienes algún motivo para abrir esos ojitos mañana?
—¿Qué…? ¿Mañana? Pues… todavía no lo sé. Supongo que si me dejas en paz, haré lo que más me apetece… Es decir: nada.
—Está bien, abuelita amada. Por hoy te dejo en paz a ti y a tu Señor Gato. Le diré al chico que… ¿No quieres saber ni siquiera su nombre?
—No.
—Se llama Eduardo, es virgen… acaba de cumplir diecisiete años.
—Muchacha, eres asquerosa. Anda, vete antes que le cuente esto a tu madre…
—Hasta me escribió una carta. ¡Mira! Es un sol de niño…
—¿Eh? ¿Qué carta? ¿Todavía escriben cartas?
—Dice así:
«¿Qué te diría, amada mía? Te diría que quiero verte, que necesito imperiosamente verte, que me hace falta tu sonrisa majestuosa. ¿Te vi ayer? Pues me parece mucho tiempo sin ti. Te diría alguna excusa torpemente ideada para intentar verte, que me dejes estar a tu lado. Te diría que puedo poner todo mi mundo de cabeza por estar contigo, amadísima mía. Te diría que solo falta que tú me pidas que lo deje todo y yo, ciertamente, lo dejaría todo. ¿Error?
Mañana te podría reclamar. Y reclamarme a mí mismo. Pero hoy no. Esta noche sería capaz de jurarte amor eterno. Podría decirte que nunca más estarás sola. Te diría que ya no tienes de qué preocuparte, que solo tienes que ocuparte de ser feliz infatigablemente. ¿Soy imbécil?
Pero insistiría y te diría que no soy nada sin ti, amor de mis amores, que necesito escuchar tu voz todos los días, dormir a tu lado cada noche. Te diría que el destino quiere que estemos juntos. Te diría que soy incapaz de luchar contra esto que siento por ti. Te diría que esto fue un flechazo ineludiblemente certero. Te diría gracias por encontrarme, por dejarte encontrar. Te diría que nos espera una eternidad juntos. Te diría que esto es amor de verdad. Te diría que mientras estés conmigo, soy capaz de todo. Idiota que soy… Te diría que tu belleza me ha cegado… Y que como ocurre en el descabellado sueño que tengo desde poco antes de conocerte… Ese sueño en el que todo está oscuro y nos unimos en medio de un extraño ritual… Estoy listo para morir por amor.»
—Bah… Ve en ti todo lo que no encuentra en él mismo, pobre idiota… Pero reconozco que este al menos ha logrado extraer algo de sus sueños… ¿Por qué me lees esas cosas, posesa?
—Solo hacía un último intento por ver si te animabas… Pero ya veo que… En fin…
—¿Entonces, te vas por fin?
—Que sí, abuelita. No te enfades conmigo, que soy la que más te quiere en el mundo entero… A ver, hoy estamos a miércoles… Volveré a intentarlo… el martes próximo.
—¿Eh…? Ah… Cómo quieras, endiablada… La respuesta será la misma.
—Adiós, abuelita. Te quiero…
—Sí, sí, sí…
—¿Sabes qué?
—¿Ahora qué pasa, muchacha?
—Pasa que no es justo, abuelita… Ni para mí, ni para Eduardo… ¡Ni para ti! Quiero traer a este mundo a la Antichrist Superstar… Anda, déjame tu casa para intentarlo solo una vez más.
—Escúchame bien, maldita muchacha, porque te lo diré solo una vez más: Si esta noche metes en mi casa a otro de tus cretinos… yo misma me ocuparé de todo lo necesario para que vayamos
a la cárcel…
—Eso es que tienes planes para mañana, abuelita… Con eso me basta…
—No estoy jugando, muc…
—Sabes bien que yo no juego con esto, abuelita. Si no fueras necesaria, no vendría a verte… Esa es la verdad.
—¿Eh? Bueno, ahora estás siendo sincera. Con eso me basta a mí. ¡Señor Gato, deje de destripar a ese maldito ratón y cómacelo de una vez! Parece que disfrutara viéndolo sufrir, oye… Señor Gato es adorable cuando quiere, ¿no crees?
—¡Abuelita! ¿No entiendes que esos jóvenes lo pasarán mal si no vienen aquí y realizan el ritual con nosotras?
—Puff… Ya estoy muy vieja para eso… Y nadie cree ya en estas cosas… ¿Cómo consigues hacer venir a esos pobres diablos? ¡Insensatos!
—De pobres nada, juraría que saben perfectamente a lo que vienen. Bueno, este último casi seguro que lo sabe, ¿no has escuchado su carta?
—¿Cuál…? Ah… Puede que este tonto sea el que hemos buscado por tanto tiempo…
—Y aparecen de la nada, ya deberías saberlo. Si esto se hace bien, no hace falta convencer a nadie, son ellos los que me buscan…
—¡Ja! Si hace diez años me dicen que harías funcionar esto así, se me hubiera desencajado mi vieja mandíbula de la carcajada…
—En resumen, querida abuelita, mi bello candidato está a punto de llegar. Así que no hay marcha atrás. Tú, como antigua bruja, me servirás tan solo con tu presencia al principio. No necesito nada más…
—Ese es justamente el problema, muchacha necia…
—¿Cómo dices? ¿Quieres participar?
—«Participar».
—¿Quieres o no, abuelita?
—No entiendes nada, muchacha. ¡Quiero volver a dirigir esta mierda!
—¡Ja! Así que todo este berrinche tuyo va de eso…
—Si quieres hacerlo bien, déjame guiar el ritual a mí como antaño… Quiero intentarlo de nuevo… ¿Cómo crees que conseguí que Señor Gato sea un gato tan feliz?
—¿Eh?
—¡Muchacha despistada! No tardaré nada en colocar a los cuatro elementos en cada punto cardinal de la habitación que usamos para la ceremonia… Al norte la tierra. ¡Una moneda nos servirá! Al sur el aire. ¡Por aquí tengo unas cuantas plumas de la última vez! ¿Qué más? ¡Ah! Al este el fuego. Tengo unas velas negras preciosas para el altar. Y agua al oeste… Será un ritual como los de antes, muy bien hecho…
—Pero, abuela… A mí con que se lave las manos al llegar aquí, me sobra… Es de eso a lo que me refería al principio. Antes, ustedes se daban plazos demasiado largos para llegar a conseguir algo. Ahora todo es mucho más rápido…
—¿Cómo? No te confundas, muchacha imprudente. Hacer magia de verdad puede esconderse tras muchas apariencias. Deja que saque el mejor vino que tengo para que puedan brindar juntos por cada uno de los elementos… Recuerda que a la entrada, deben empezar por el fuego, luego por el agua, después por la tierra y cerrar el círculo mágico en el aire…
—Esto no está bien, abuelita…
—…Cuando acaben, brindarán primero por el aire, luego por la tierra, luego por el agua y finalmente por el fuego… ¡Será maravilloso!
—¡Ya está bien! Lo haremos a mi manera, abuelita… Que pase enseguida al sexo oral, sino puede sospechar algo…
—¡No! ¡Después del brindis, lo correcto es que se sienten desnudos en el centro… ¡Sin tocarse las rodillas, recuérdalo! ¡Allí se mirarán a los ojos en silencio durante treinta y tres minutos! Recuerda que no está permitido reír o llorar… Bueno, si no pueden controlarse, pueden reír y llorar. Pero quiero ver que intenten no hacerlo… ¡Sobre todo no hablen!
—No, abuelita. Después seré yo la que siga con el sexo oral. Es lo mejor para despertar a la bestia.
—…Y después de mirarse fijamente y haber establecido una conexión, deben abrazarse durante otros treinta y tres minutos. ¡No lo olvides! ¡Treinta y tres minutos…! Mejor voy a buscar mi destartalado reloj… ¡Señor Gato, ¿ha visto usted mi reloj?!
—¡Miau!
—¡Abuelita! A esa hora estaremos empezando a concebir a la Antichrist Superstar…
—…Y por último, deben acordar otra cita para repetir el ritual las veces que hagan falta…
—¡Abuela, haremos pequeños descansos, por si te aburres y quieres salir a ver la tele con Señor Gato! ¡Sexo, descanso, sexo, descanso…! Dependiendo del entusiasmo de mi guapo candidato…
—¡Deberían mostrar respeto a Shakti! Poseerte así puede ser considerado una afrenta… ¿No has estudiado a La Papisa del Tarot como te pedí?
—¡Son otros tiempos, abuelita!
—¡Tiene atravesado el pecho por un falo!
—Déjalo, por favor, abuelita…
—Contigo es imposible organizar un ritual en condiciones, muchacha alocada…
—Cuando él se haya quedado exhausto, llegará el momento más importante de la ceremonia, quemaremos la Biblia y…
—¿Por lo menos puedo ser yo quien le dé la bienvenida a la Antichrist Superstar?
—Bueeeno… Pero despedimos juntas al viejo Eduardo, abuelita…
—¡El timbre, maldita muchacha! Debe ser él…
—Por favor, abuelita. Mantén las formas… Y recuerda, solo participas en la ceremonia. No voy a casarme con él, no lo voy a conocer ni a interesarme en si le gusta más Crowley o Blavatsky… Solo haremos realidad su sueño…
—¡Y el tuyo!
—¡El nuestro!
—¡Señor Gato! Haga como que usted no sabe nada…
—¡Miau!